India 9
Cochin, tiendas , consumismo y mojados hasta la medula.

Hace una hora que hemos dejado atrás a nuestro chofer y a su acompañante. Volamos dentro de un avión pequeño, en que tomarse un café es un poco complicado por los altibajos que hace este aparato. La azafata apenas pasa con el carrito por el pasillo. Miro por la ventana y me pierdo entre las nubes. Los motores zumban lo suficiente alto para que no podamos mantener una conversación. Mis pensamientos huyen por la ventana, viendo como las gotas de nuestro querido monzón mojan el avión. Indian airlines, le llamaba yo. Solo nos faltan las gallinas y la vaca sagrada. Ahora que lo pienso, no hemos visto muchas animales en las calles. Las cosas cambian y atrás quedan las imágenes de la película “ Pabellones Lejanos”, donde las sras iban con largas faldas sentadas de costado en los ricshots, en donde los elefantes eran animales admirados de palacio o donde las vacas eran intocables
 
Cochin, (pequeño mar o pequeño puerto se podría traducir), cuidad de varios estilos en donde el colonial predominaba totalmente. Estamos perdidos en un hotel lejos del centro. De fuera todo gris y muy empresarial. Pero una vez que entras, la madera, las sonrisas de la recepcionista, la copa de bienvenida, nos da las primeras alegrías del día. Solo son las nueve de la mañana. Los barrios de Matancherry y Fort Kochy rezuman nostalgia de esos tiempos. Mezquitas junto a sinagogas conjuntándose con iglesias católicas. Redes chinas de pesca, uniones culturales de portuguesa, holandesa y francesa. Las redes de los pescadores sobresalían por toda la costa. Una red colgada de unos palos, haciendo bolsa. Mediante unas poleas y unas cuerdas la bajan, la hunden y esperan. Parte de la cultura en esta tierra es valorar el tiempo, el descanso y la meditación. Otros van con sus pequeñas barcas y otros se sumergen como en los lagos de Kumarakon. El día sigue siendo gris, pero ya no le damos importancia a la lluvia. Las calles del puerto están llenas de chiringuitos donde cocinar en las brasas directamente el pescado o marisco recién comprado. Se vende al peso. Por un euro puedes llevarte un kilo de hermosas gambas. Las langostas, aunque no son de mi agrado son grandes y provocativas. Quedamos en volver a comer allí. Empieza a llover con fuerza, nos refugiamos en la iglesia de San Francisco, dejando fuera las zapatillas empapadas. No se si es peor ir con los pies mojados o descalzos. Este centro es famoso por ser el dedicado a Vasco de Gama. Aquí llego enfermos y murió aunque sus restos no reposan aquí.
Nuestra idea de comer en el puerto se va estropeando aunque no dejamos de callejear. Nuestro húmedo paseo nos llevo a la Paradesi Synagogue, la más antigua de todo el subcontinente indio, no sin antes, ser apabullados por múltiples vendedores que salían de las tiendas. Había mucho que comprar pero demasiado atosigados para hacerlos. Solo entraría en aquella tiendas que no me viniesen a buscar.
Las calles están inundadas. Sigue lloviendo. Y no puedo dejar de fotografiar esas gotas que caen con tanta fuerza sin parar, como una cortina que no deja ver mas allá de dos metros. Los colores tienen mucha fuerza. Las tiendas, algunas mas bien tenderetes tienen objetos de los mas curiosos. Me impacta una mascara de teatro realizada en madera y pintadas con vivos colores rojos. La galería de Arte Madonna tiene un cuadro enorme de Marylin Monroe , al lado de una diosa en papel brillante. Otras mas bien puestas ofrecen extraños tesoros realizados en plata, muebles muy bien hechos hasta el ultimo detalle y curiosidades de alta gamma. No puedo evitar llevarme una reproducción de una pulsera que un maharajá le regalo a una princesa. Hilos de plata engarzados en hilos de colores. Pesa mucho pero es muy elegante. Y el precio…? Barato. Me llevo mas cosas. No dejo de pensar en mi maleta que cuando la abra saldrán todo volando. Nuestra comida en el puerto es cambiada por unas frutas o todos los excedentes de la mochila de Diego, bajo el tejado de correos. Llueve mucho y no se puede andar. Aun así chapoteamos de tienda en tienda. No puedo evitar entrar en una tienda de discos. Mas bien es un túnel un poco oscuro. Pero no voy sola, los demás me siguen picados por la curiosidad. Le día la idea, yo solo me lleve seis por un precio inferior a 20 euros, los demás casi acaban las existencias.
Un café, un chocolate caliente y reposo en la terraza de un hotel colonial. ….. después solo nos quedaba intentar volver al nuestro, a nuestras habitaciones. llevamos mas de 10 dias de viaje, correteando por este pais. La informacion , la experiencia y las aventuras empiezan a hacer mella en nuestros cuerpos. Por un lado el cansancio, la añoranza de los tuyos. Por otro, la tristeza del final.  Pienso en la tortilla de patatas , en el gaspacho aunque no hemos comido mal ni hemos pasado hambre.

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