India 10
Mascaras, Mysore, Bangalore y vuelta a casa. No podíamos dejar Cochin sin pasar por el teatro de mascaras chinas. Es curioso, muy llamativo ver como se pasan horas pintándose, para luego hacer una función de solo una hora en donde la expresión de la cara lo es todo. Todo lo ceremonial, es muy importante. Necesitan su tiempo. Se visten , se pintan, se ayudan. No es cuestión de cinco minutos, van a ritmo de varias horas. Les observas el cambio como extasiado. A ritmo de tambores y con poca luz los bailarines van interpretando una historia de amor y tragedia. Aunque hacen el papel de mujeres, no hay ninguna en el escenario. Colores verdes y rojos brillantes en la cara , anchas faldas y refajos blancos, mezclados con el sable amarillo y las medias negras. Aun sin entender el idioma , los sentimientos nos ganaban. Era diferente al de las marionetas acuáticas de los 1º días. El teatro es pequeño y las sillas, bueno, no muy cómodas, pero ha valido la pena. La cuidad de noche es mucho mas tranquila. Las tiendas aun siguen abiertas y con la luz de esas horas, aun es mas llamativa. Ahora ya no llueve y debemos partir al hotel para intentar cerrar nuestras maletas llenas. La ropa ya no se nos seca, ni con los secadores del hotel. Nuestras habitaciones parecen tendederos y a veces no hay quien entre. Y ya nos quedan poco días para volver.
Mysore es la cuidad mas grande que nos hemos encontrado. Pasamos a la provincia de karnataka. Solo llegar pasamos delante del gran palacio. Parece mentira las diferencias de este país. O selva y chabolas o grandes palacios. Es de noche y esta iluminado. Aun así, nos rodean los vendedores ambulantes de incienso, flores o camisetas. Nos ponemos con las manos en las rejas como miradas de niños. Impresionante. Bueno, todo me ha impresionado en este viaje. Sus gentes, su cultura, su religión, los hoteles y su forma de vivir y trabajar. Tallan la piedra base de martillazos, conducen como locos, es un país machista pero todo se vende para poner guapa a la mujer. El olor esta invadido por el aceite de sándalo o las esencias. Aquí vemos los primeros burkas pero van vestidas de colores debajo. Los mercados están llenos de fruta, verduras, flores y esencias. Un saquito me llama la atencion. Colores vivos, pigmentos originales. Me lo llevo para mis pinturas. Las cámaras de fotos se estropean todas a la vez. Puede ser la humedad, el monzón o el propio cansancio. El mercado es vivo, colorido. Y mucha gente, mucha gente. Volvemos al palacio de día. Es tan impresionante como de noche. Los pies descalzos, acostumbrados ya, sintiendo la hierva recién regado bajo los pies o las baldosas de tierra de los interiores. Es increíble, los muebles, la decoración, las joyas.. y como no , los monos. No se si es peor como van en manada estos animales o los obreros saltando en la fachada entre las figuras, sin cables de agarre. Seguimos entre templos y callejeando. Mucha información en poco tiempo y tengo la cabeza llena de nuevas ideas, de una nueva luz y con muchas ganas de hacer cosas. Se puede aprender mucho de esta sociedad. De su forma de vivir, de luchar y de su religión, siendo una agnóstica como yo. Cuando viajas a una cultura tan diferente, el choque es brutal. Y la india, o te gusta, te quedas, te la llevas en el recuerdo o intentas olvidarla y no volver. Nunca olvidare el impacto de la vida que hacen en la calle, sus colores tanto en la ropa como en su piel, su simpatía, sus templos con tantas escaleras, la riqueza de sus palacios y su filosofía. Nunca olvidare a nuestro eterno compañero, el monzón que nos ha seguido hasta el ultimo día.
Bangalore, mas grande que Mysore, mas industrial, mas empresarial pero sin perder su orden dentro del desorden. Estamos muy cansados. Pero aun nos queda un templo. Las escaleras largas,, de piedra y peligrosamente resbaladizas se alzan delante nuestro. No podría decirte cuantas pero no se ven todas por mucho que levantes la cabeza. La subimos con mucho animo y llegamos a una puertezuela de piedra. Pasamos y seguimos subiendo. Aquí no saben lo que son los ascensores ni las barreras arquitectónicas. Son peligrosamente resbaladizas porque la piedra ya esta desgastada. Nuestros pies ya se han acostumbrados pero aun así nos agarramos bien a la barandilla. Pasamos otra puerta y escalamos un poco entre piedras … y por fin arriba. A mi ya no me queda ni aliento, pero el templo vale la pena la excursión. Shravanabelagola, que así se llama el templo es espectacular. Una estatua de mas de 60 metros de altura. Cada 12 años realizan una ceremonia con mantequilla, leche y pigmentos y se lo echan por encima desde unos andamios montados especialmente. Curiosa la devoción a que limites te puede llevar. Aquí si que se hambre y pobreza que antes no habíamos notado. Seguimos viendo mas burkas y mas seriedad. La bajada fue tan dura como la subida pero ya estamos en el autobús rumbo al aeropuerto. La aventura india se acaba. Adiós al país de colores, de contrastes, de sensibilidad a flor de piel , de templos con escaleras y de comida picante. Quiero volver.. y volveré. Aun con todo, es un país especial. …Adiós Dhenhiss, ahora ya puedes descansar….

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