
Pisa - lucca
Llegamos en avión y con graves problemas con la CIA de alquiler de coches de Avis. Pero acaso ese enfado por mala actuación y con mala educación por parte de ellos iban a quitarnos la alegría y la ilusión por ese viaje?
Hay una diferencia entre viajeros y turistas y .... si habia solucion, aunque sea poniendo una parte economica..... para que llevarte un susto...? Antes de seguir, no podíamos dejar de parar ante esa torre misteriosa de Pisa que no deja de inclinarse sin caerse. La plaza donde esta situada, es enorme, la hierva bien cuidada cubre el camino. Entre el batisterio, que se alzaba orgulloso y esplendoroso, los turistas, el camposanto y los vendedores ambulantes con multitud de cositas y detalles, inverosímiles a veces, hacen una imagen muy reproducida en cuadros y fotografías. El atardecer, con esa luz azulada anaranjada le daba una estraña belleza a todos esos monumentos. El arte con el que estaban realizas las columnas de mosaicos de mármol y cerámica en vidrio. Realmente impactante. No pude evitar el “turristiquear” realizando la típica fotografía aguantándola. Impresionaba su forma cilíndrica de 58 metros de altura. . El idioma , internacional…. Medio español, Italiano y frances…. Pero ..si quieres entenderte.. te entienden….
Callejeamos un poquito sin llegar a la otra plaza, sin poder ver el “Palazio di Cavalieri”, porque la hora ya nos apretaba para llegar hasta Lucca, cuidad donde dormíamos, sin saber a cuanto estábamos. Era tarde pero antes de cruzar la muralla, una ultima mirada para recordar. Es, era ….. No pude dejar de imaginarme como debía ser en su momento de esplendor, con todos los soldados romanos desfilando, los monjes, los tenderetes de comerciantes…….. pero siempre se puede volver… esta cerca… a un paso de España.
Lucca - Florencia
Dejamos Pisa detrás, avanzando con cuidado por una Ctra. de montaña. La fama de la conducción con locura de los italianos es mundial y no teníamos ganas de un encontronazo. Un puente , una curva y Jose iba con cuidado y con toda su atencion. No teníamos mas que un pequeño plano pero aun así, el sentido de la orientación esta alerta. La ladera estaba decorada con unas ruinas de un monasterio y en la parte baja se divisaba una perspectiva de la ciudad. La tarde caía.

Florencia- Volterra
Dejamos Florencia detrás, subiendo la montaña buscando un mirador donde hacer la ultima foto de esa ciudad tan bonita. Algo que nos pudiera llevar hasta el cielo de las cupulas rojas. Llegamos hasta la Abadia de San Miñato.Impresionante, altiva y incluso mas bonita que la catedral. Su mármol combinando entre negro y blanco, su pasillo con sus baldosas brillantes, su lugar de recogimiento entre columnas y su altas en lo alto te hacen enmudecer solo entrar. Lo siento pero solo hago que pensar en aquella frase de la pobreza de la iglesia cuando veo estas paredes tan decoradas y con esos altares tan impresionantes y distinguidos. Pero.. por mucho que digamos, la iglesia y la religión, seas creyente o no, es la cuna de cualquier civilización. Al lado de las escalinatas, un cementerio abierto al cielo, lleno de personajes cargados con sus caballetes y sus pinceles. Estraños vecinos. Nos sentamos en la tapia embobados. La luz anaranjada de la mañana y una brisa suave. Entendia porque los artistas se quedaban prendados de esta ciudad.
Volterra, con sus palacios y escudos y al final, con el atardecer Sienna. Nos dejo sin palabras. Nos dejo sin aliento.
Siena - Pitigliano
Siena. La ciudad se abre ante nosotros, con todo su esplendor. Grande y rodeada por una muralla. Mucha vueltas, ya que nuestro despiste por admirar sus jardines y palacios nos hacia desviarnos de nuestro camino. Pero ya se hacia constumbre hacerlo. Llegamos a una plaza en lo alto donde se divisaba su catedral blanca y negra. Su barrio antiguo y una plaza que parecia el patio de un circo a punto de salir los leones. Por fin y dando mas vueltas, logramos encontrar la puerta por la que entrar a la zona peatonal y encontrar nuestra habitación. Esta vez el hotel era el Camerino de Silva. Una casita toscana con su jardin en medio del centro de Sienna. Grande, de techos altos, habitación muy coqueta y un jardin donde pasear de la mano al atardecer, cuando el sol baja y se queda jugando con las montañas. Los atardeceres de la toscana son de un amarillo rojizo intenso. Las calles tienen vida propia, sin poder evitar su romanticismo de sus tiendas pequeñas, sus talleres de artistas o sus restaurantes abarrotados de pasta italiana. Las luces de las calles son grandes farolas sin pie, pintadas entre diversos colores y con forma medieval. La plaza de la catedral te deja mudo, mas llegando al anochecer, siguiente la musica de una violinista. No puedes evitar quedarte sentado en los portales de las casas, escuchando sin dejar escapar detalle por su belleza arquitectonica.
Se levanta digna con su mármol blanco y negro. Desde la puerta abierta se observa un suelo muy trabajado con dibujos y muy brillante. Al final unas escaleras te llevan por unas callejuelas hasta la gran plaza de campo, semicircular, muy especial y majestuosa. Preparada para la carrera de caballos anual y rodeada de bares nocturnos donde se junta un ambiente diverso y muy disperso. Iglesias en todos los rincones, y recodos que serian bonitos plasmarlos en un cuadro o en una fotografia, para llevartelos para siempre. Absortos, la noche nos cogió con su encanto y casi luna llena. A la mañana siguiente, la cuidad recobro su vida. Sus calles llenas de gente paseando comprando o disfrutando de ese café en esa terrazilla de esa esquina escondida.

Volvimos a la campiña toscana. El sol de junio empezaba a tomar una temperatura subidita cuando llegamos al lago de Bolsena. Tranquilo, rodeado de campos y sin que la accion del ladrillo salvaje hiciese mella en sus orillas. Los patos tranquilos seguian nadando y los primeros veraneantes se tumbaban en sus orillas.
Pitigliano. Cuidad amurallada, no muy grande, en un alto, muy bien iluminada y con varias cuevas en su parte baja. Las calles eran grandes pero el coche se debia quedar en la plaza, en la entrada al barrio judio. Se le llama la pequeña Jerusalem. Esta villa toscana tiene la sinagoga mas importante y curiosa de la zona. De noche y solo con las luces amarillas, el aspecto se mezclaba entre lo romantico y lo misterioso. Las callejuelas, todas de piedras y adoquinadas. Al final, una iglesia y un pequeño restaurante con su terradiza provocandonos a quedarnos a cenar. Se puede ver la Fortaleza y el Palacio Orsini y un pequeño templo de origen cristiano. Según cuenta las historia, una comunidad hebrea muy importante, reducida por la invasión nazi, pero muy protegida por los propios habitantes de la cuidad, con riesgo de sus propias vidas. Calles empinadas, antiguos nichos , ahora convertidos en cantinas. Su vino “Bianco de Pitigliano”, su gastronomía y cono no, su pasta que no se parece nada a la que podemos comprar aquí. Personas muy simpáticas. Llegamos tarde y el cansancio ya hacia mella entre nosotros. No encontrabamos el hotel pero eso hizo que volviesemos a hacer turismo. Nuestro despiste crecia con los dias. Bajamos la montaña, por una crta de curvas y con mucho jardin hasta que nos dijimos que no podia ser por ese camino. Una pena no poder parar porque las vistas eran impresionantes.
El hotel, un balneario a la riva del rio era acogedor, tranquilo, agradable y con un desayuno capaz de levantar a todo el mundo. No se oia uningun ruido, solo el correr del agua. Un jardin muy cuidado donde descansan hasta los gatos al sol. Una edificacion con un spa con colores suaves. Hotel Relais Valle Orientina. Si quieres tranquilidad, no dejes de quedarte aquí.
Siena - Pitigliano



Lo rodeamos hasta llegar a Montefiascone. El castillo dominaba la vista. Un jardin, unas escaleras, una calle con rejas y otra vez inmensos con la gente de la zona. Pequeñas tiendas con lo esencial, las botellas y la fruta fuera. Las niñas jugando en la puerta de las calles donde se debian levantar cada vez que pasaba un coche.
Civita de Bagnoregio, la ciudad que se hunde. Un lugar que es pecado perderse si pasas. Cuando entras alli, si no te mueres subiendo la cuesta, es como si el tiempo se hubiese detenido. Su largo puente y empinado que solo puede cruzar andando o en moto, hace una verdadera prueba subir sus 400 metros a plenos sol. Con solo hay 8 habitantes y algun Bedabd Breakfast. Su pequeña plaza, su enredadera roja subiendo por las paredes, su iglesia… me hubiese quedado unos dias. Pero se hunde. Cuidada como una niña bonita.
Los dias se nos acababan y la vuelta a casa, ya estaba aquí. Por la noche llegamos a
Pitigliano. Pases donde pases por la toscana, todo es bonito, todo esta cuidado, todo es agradable

Pitigliano. Pases donde pases por la toscana, todo es bonito, todo esta cuidado, todo es agradable
Pitigliano y Fin


Con mucha tranquilidad y costándonos mucho salimos del hotel rumbo a Roma. Volvíamos a casa. Nuestro periplo toscano llegaba a su fin. Seguimos por crtas pequeñas, visitando todo aquello que llamaba nuestra atencion y observando los contrastes como el tener en nuestras espaldas pequeño pueblos como Castellana de Chianti súper cuidados, pasamos Viterbo, y llegar a Capranica. Curiosamente me recordaba a esas películas italianas en color negro. Una vez que pasas la puerta de la fortaleza, la funeraria te recibe. Era la hora de comer y no había nadie en las calles. El pueblo, limpio en las calles pero de edificios desgastados y abandonado. Una extraña imagen en relación a todo lo que habíamos visto siempre muy arreglado. Sr. encorbatado con sombrero y muy delgado. Curiosamente, el de la funeraria. Solo faltaba el coche largo negro. Si, me recordaba a una película italiana que no recordaba. Aun así, tenia su encanto.
Un restaurante pequeño , casero y con Sr. que nos recibió muy amablemente. Un plato de pasta, una carne cocinada a fuego lento y unos pastelitos típicos. Barato, de casa. Salimos y rodeando la fortaleza, llegamos a Sutri. Cuevas…. Cuevas….pero no nos quedaba tiempo. Mas murallas, pero seguimos aun con tiempo camino del aeropuerto. Y mi periplo Italia, solo acababa de empezar.