India 2Mahabalipuram, selva, crtas salvajes y costa.

Con nosotros un guia que habla ingles y español perfectamente. ja ja Menos mal.. porque no salimos del Telenu, el Shif o algún dialecto muy difícil de comprender. Madras quedo atrás casi sin visitar y empezamos a bajar la costa hasta llegar a un hotel de ensueño en un pueblo llamado Mahalabulupur. Las habitaciones parecen casitas de paja, extensos jardines con pájaros, plantas de todos los colores , piscinas paradisíacas y gente sonriendo. El hotel, grandes zonas abiertas. Lujo asiatico dicen. Esta zona fue la mas perdida por el tsunami pero lo volvieron a construir. Aun quedan muchas marcas de esa desdicha, en las ruinas que nos hemos encontrado. No dejo de pensar en aquella frase, “ No mal que por bien no venga”. Se descubrió una cuidad perdida con unos templos enterrados. Lo tenemos enfrente en la costa. No dejo de mirar el agua por si se retira. aun asi no dejo de pensar en aquellas imagenes que nos inundaron en los medios de comunicacion. esos ojos de esa niña perdida. Me gusta el olor del mar, la paz de su sonido, su color pero no la intranquilidad de ver como te pueden comer las olas. En un tiempo fui una navegante con espíritu aventurero pero lo perdí ese día en el que me hundí. Mirándolo desde la mesa del restaurante, pensaba en todos aquellos que en esa gente que estuviesen cenando en mi misma mesa, cuando llego la ola, Soy demasiado imaginativa y a veces demasiado novelesca. Oía sus gritos de sorpresa, el ruido de las sillas al caer, los niños en volandas. Soñé con la ola, soñé con el mar. El pueblo era una mezcla de chocar y casitas. Las calles con un gentío enorme, sentados en las aceras, con extrañas bebidas o comiendo unas empanadas refritas. Los vendedores te cogen de la mano para enseñarte sus artículos. Sedas, inciensos, joyas, alfombras, cerámicas, cobre…..Les encanta agasajar al visitante. Té, una pastita y charla rato, aunque no les compres nada. Aun se ven fotografías con los rastros de la desgracia, con dioses en las puertas o con alfombras de flores.



Con 30 grados, la mochila a cuestas, una ligera lluvia y nuestra furgoneta con un aire acondicionado muy preparado, seguimos bajando por esas carreteras sin destino. Depositamos toda nuestra confianza en el chofer..... (No queda mas remedio), deseando que no se salga de la carretera. Rodeamos la costa y el templo que antes solo era una forma en el horizonte se alzó delante nuestro. Al borde del mar, todavía con muchas piedras. No son como los nuestros. Los pueblos son muy pobres, las casas aun son chozas de paja. De todas formas este país es un perfecto desorden dentro de un orden. El monumento a Gandhi es austero pero con grandes figueras en las piedras y un gran jardín. Las mujeres con sus Sharis de colores, sus flores en el pelo, sus aros en la nariz y a veces descalzas. También es cierto que el calzado se queda en la puerta. Sorprendidos la 1º vez que dejamos nuestras zapatillas, pero ya acostumbrados, no dejamos por ello, de corretear por las piedras. Mi padre me dijo una vez, “ donde fueres, haz lo que vieres” . Mis calcetines tipo medias, llaman mucho la atencion. Incluso hago broma con una Sra. intentándoselos cambiarle cinco pares nuevos por su shari rojo intenso con dibujos. Es difícil entender el idioma, pero todos lo intentan. Son serviciales hasta limites. Siempre riéndose con sus dientes blanquecinos. No pasa la primera noche que las primeras palabras como “Maneste..” con las manos en cruz que quiere decir gracias.

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