Madurai, escalones y urbanitas

Seguimos nuestro camino, con nuestro trolebús. No es, el mismo que vino a buscar al aeropuerto. Es mas grande, mas cómodo. Deniis, nuestro guía, nos mira con disimulo pero con mucho asombro. Somos un grupo curioso pero muy raro parra el. 3 chicas, independientes, sin ánimos de cambiar y muy viajeras. 4 chicos solteros de diversas edades en la misma línea. El ya tiene su matrimonio concertado, aun sin apenas conocer a su futura esposa. Su cultura induce a este compromiso tan extraño para nosotros. En ello incluye tener hijos. El sexo femenino va escondido detrás de unos Sharis. No es bueno de su cultura enseñar los hombros o las piernas aunque no les importa dejar salir esos michelines tan morenito. Su piel es aceitunada tornándose mas clara según vamos hacia el sur del país. Cada día nos indica nuestra vestimenta, aunque al ser turistas y la temperatura hace que los pantalones cortos no se queden en la maleta. Ya casi no echamos en falta las zapatillas y con la aparición de las primeras lluvias, nuestros pies mojados agradecen el no estar encerrados. La comida es muy picante. “No spicy.. No spacy” he aprendido a decir, con ese ingles chapucero. Eso no nos para de entrar en una tabernilla de cualquier pueblo y comer como ellos. Si, lo hacemos aun con mucho cuidado. El agua toda de botella, aunque probando todas esa marcas de cerveza foráneas. Es buena, suave. Arroz, pollo, pescado y sobre todo plátanos. Los Tes., de especies, de chocolate, los cafés diversos y las frutas de la pasión. Paramos en medio de la selva para ver una casita de madera donde fabrican la seda. Muchos gusanillos blancos comiendo hojas de morera. Quien no ha tenido de niño, una gusanillo suave corriendo por los dedos?.



Las mujeres visten en colores vivos y los hombres con esas especies de túnicas hasta los pies. Los niños se nos acercan y repartimos caramelos y juguetes. Algunos se parecen a Mogly, del libro de la selva. Olores fuertes pero no se hacen desagradables. Volvemos a la civilización visitando templos. Son muy decorados, muy pintados, a veces sofocantes, algo cargados en exceso. Me recuerdan a los ninots de las fallas. Compiten con la colonia de monos saltando entre ellos. Huimos de estos animales, porque muerden. Y no hay nada peor que una mordedura. Vamos vacunados por si acaso. Delante nuestro y entre calles, observamos el templo de RockFort,en la zona de Tamil Nadu. Para llegar hay que callejear, subir una calle, pasar una puerta y 500 escalones te contemplan para llegar a otro templo y claro... como sabes todo lo que se sube hay que bajarlo después. Como no dejar que el monje con un taparrabos te bendiga después del esfuerzo...? Aquí el tiempo es relativo, no duermen, no cierran los negocios a ninguna hora, puedes pasear con una ligera tranquilidad si no haces ostentaciones, aunque a todo el mundo lleva joyas... pendientes, anillos.....

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